Al hablar de tecnología, la asociamos con la revolución industrial, las máquinas, las Tic’s. La Tecnología la podemos definir, como los conocimientos para resolver un problema concreto, que permitirá al individuo transformar su medio material o virtual y satisfacer sus necesidades. Pero también es cierto, que estamos viviendo una era digital, lo que modifica nuestras costumbres y se reemplazan nuestras prácticas por algo más novedoso.
Es sabido, que a través de la tecnología se pueden desarrollar herramientas de vigilancia y espionaje, mismas que, pueden ser herramientas de opresión y censura contra los ciudadanos. Por fortuna existen organizaciones y empresas en internet que desarrollan herramientas para combatir tales arbitrariedades.
Para ello, el software libre juega un papel significativo en este ámbito; y aunque existen muchos desafíos, se ha avanzado en el desarrollo de tecnologías enfocadas en la confidencialidad y el anonimato, aspectos vitales para la protección y extensión de los derechos humanos y digitales.
El software libre viene de libertad o “libertad de expresión” y conlleva 4 libertades fundamentales para considerarse un software libre: libertad de ejecutar el programa no importando el propósito que se tenga, libertad de acceso al código fuente: esto es, aquel software cuyo código fuente se puede estudiar, modificar el programa libremente con cualquier fin, libertad de redistribuir el programa y libertad de distribuir copias de versiones modificadas. Estos tienen como ventaja su bajo costo y su flexibilidad de personalización y modificación en caso de que exista algún error y la desventaja sería la modificación, para las personas que no tengan conocimientos de programación, ya que no sabrían qué hacer en caso de que resultará algún error.
Actualmente los defensores de derechos humanos tienen un gran desafío, que es educar y sensibilizar a la población en temas de seguridad digital. Hoy en día, los gobiernos y las empresas privadas invierten recursos asegurando su infraestructura y estrategias de seguridad, también es cierto que, los organismos y los integrantes de la sociedad civil aún no tienen el hábito de analizar los peligros de seguridad digital a los que se enfrentan. Esta disconformidad pone en desventaja a los usuarios en riesgo, y en muchas ocasiones puede tener un impacto negativo en nuestros compromisos y en nuestra sociedad. Debemos aprender a identificar puntos débiles y capacidades, y los de nuestros contendientes; sólo así podremos desarrollar las destrezas necesarias para protegernos ante una amenaza.
Podemos disponer de herramientas y soluciones accesibles de manera fácil, pero para ello debemos conocer cuáles son nuestras necesidades, de lo contrario será difícil emplear las metodologías adecuadas para proteger nuestros datos. La forma como nos desenvolvemos en línea, nuestras habilidades y estrategias son las principales herramientas que tenemos para protegernos de los peligros virtuales. Los software (programas y las aplicaciones) cambian a medida que el tiempo avanza y se van perfeccionando con el paso del tiempo, por lo que debemos mantenernos actualizados; la diferencia a nuestras conductas, estas son más perdurables. Independientemente del área de trabajo en la que nos encontremos y las actividades que realicemos de manera virtual, debemos formularnos preguntas como: “¿qué relevante es el buen uso y protección de mi información?” y “¿cuáles serían los efectos si mi información fuera comprometida? Las nuevas tecnologías y el software libre mejoran nuestra calidad de vida y nos conectan con el universo, pero la seguridad y la defensa de los derechos dependen de cada uno de nosotros y del uso que le demos a nuestra información.
Yesica Vargas Durán Directora de Estrategia Digital Instituto Quintanarroense de Innovación y Tecnología